¿Queréis acaso iros también vosotros?
Por Eliezer Perez
Dijo Jesús a los doce, cuando una gran multitud dejo de
seguirle en Juan 6. Ciertamente hemos utilizado un sin número de métodos distintos
para traer personas a Jesucristo. A corto plazo, parece que los métodos dan
resultados esperados, pero en la línea del tiempo terminan saliendo por la
puerta trasera de nuestras congregaciones.
Me he puesto a pensar, ¿Qué es lo que estamos haciendo mal? ¿Acaso
son los métodos el problema? ¿Mi comportamiento ha afectado a algunas personas
para que abandonen la iglesia? O ¿Será que estoy enseñando incorrectamente?
Los métodos pueden variar según el lugar en donde uno se
encuentre: tocar puertas para generar nuevos contactos, repartir volantes,
colocar el local de reunión en un punto muy frecuentado, realizar actividades
grupales como para casados, jóvenes, noviazgos,
solteros, hasta conferencias, seminarios, campamentos, etc. Y como hemos
mencionado dan frutos, pero la mayoría lo hace solo a corto plazo.
Desde mi humilde opinión, nos concentramos en que estas
actividades salgan lo mejor posible que descuidamos al invitado más importante:
Jesús.
Cuando la multitud seguía a Jesús según el relato de Juan. En
un momento tuvieron que ser confrontados con sus palabras: “me buscáis, no
porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.”
(Juan 6.26). Las personas buscan grupos
por distintas razones. Para sentirse seguros, para hacer amigos, para sentirse
aceptados, y algunos para cubrir sus necesidades como los que seguían al Señor
Jesús.
No crea que estoy en contra de esto, es más considero que por
algo la Biblia nos relaciona como una familia espiritual.
La iglesia puede darnos muchas de estas cosas como: Seguridad
en este mundo gracias a la Palabra de Dios, “lámpara es a mis pies tu palabra y
lumbrera a mi camino” (Salmo 119: 105). También pude darnos hermanos
espirituales que nos brinden sabios consejos, y cada miembro es bien aceptado
como sentirse aceptado.
Entonces, ¿Por qué las personas abandonan la iglesia?
He pensado en mi opinión que nos equivocamos tanto enseñando
tantas doctrinas como sea posible, pero nos olvidamos que la esencia del
cristianismo tiene que ver con un estilo
de vida en su totalidad. Cambiar viejos hábitos siempre ha sido difícil para
todos.
El escritor a los hebreos dijo que: “arrepentimiento de obras
muertas, la fe en Dios, la doctrina de bautismo, la imposición de manos, la resurrección
de los muertos, el juicio” eran cosas de aquellos que bebían leche todavía. (Lea
Hebreos capítulo 5 y 6). Pero si los
púlpitos de nuestras iglesias hablaran, dirían que son los temas principales de
cada domingo.
El cristianismo es un compromiso no con la iglesia, sino con
el Señor. Pedro dijo: ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna (Juan
6: 68).
En mi conclusión, ni la iglesia, ni mucho menos usted puede
obligar a otros a seguir a Jesús. Si ellos mismos no lo desean hacerlo.
“Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no
andaban con él.” (Juan 6: 66).
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